Wednesday 15 September 2021

Cañonero II: El misterioso caballo que conmocionó el Kentucky Derby en 1971.

 Cañonero II: El misterioso caballo que conmocionó el Kentucky Derby en 1971.


Quizás una de las historias más increíbles del hipismo mundial y la hazaña 
más grande de un caballo "venezolano" (nacido en USA) llevada a cabo un 1ro de 
Mayo de 1971, 
hace ya 38 años.

Aquí parte de la historia de lo que tuvo que hacer ese caballo, sus dueños y todo 
lo que originó después:

Cañonero II nació en USA en 1968, hijo del semental francés, Pretendre en 
Dixieland II  nació con una malformación en una de sus manos, fue casi 
regalado en las subastas de Keeneland por su criador el Sr. Edward B. Benjamin,
 luego devuelto y luego vendido por $1.200 a Luis Navas. que de inmediato, 
organizó los trámites para su ingreso a Venezuela.  

Su venta en el país no fue fácil, buscó y buscó un comprador hasta que 
encontró a Pedro Baptista y lo negociaron por $4500. Su venta ya incluía las 
reservaciones para correr el "Del Mar Futurity" y las 3 carreras que 
contemplan la Triple Corona norteamericana.

Existe una anécdota contada por el propietario de numerosos ganadores de 
clásicos de carreras de caballos en USA llamado "Cot" Campbell, hombre 
conocedor de caballos y hasta escritor de libros que cuenta el momento en que 
vió a Cañonero II el día de su subasta en 1970.

Cuenta Campbell que mientras estaba revisando algunos potros que le habían
 llamado la atención en el catálogo y que iban a ser subastados encontró uno de 
estos que era el hijo de Pretendre en Dixieland II. Pidió que se lo mostraran,
 y para su desencanto le trajeron a un caballo tosco, feo y muy "chueco" de la 
mano derecha. Ni siquiera pidió que lo caminaran y acto seguido anotó en su 
catálogo: "Mano derecha?". Luego trazó una gran "X" en la página correspondiente
 y lo descartó.

Llegó a pensar que jamás llegaría a las pistas e incluso recuerda haberse 
reído cuando el caballo fue vendido en subasta por apenas $1.200.

Sus estadísticas en Venezuela fueron en términos generales buenas 
(6 ganados y 3 terceros en 10 carreras), con el tiempo su entrenador Juan 
Arias (el negrito) y Pedro Baptista deciden probar y aventurarse en USA para 
ver que tan lejos llegaba el animal en aquellas pistas.

Cañonero II comenzó su extravagante expedición hacia Louisville en un 
avión de carga con destino Caracas-Miami. Pero cuando uno de los motores se
 incendió, fue obligado a regresar (el 2do regreso por fallas mecánicas). El caballo 
se lastimó al pasar de un vuelo a otro, donde iría acompañado de cientos de 
escandalosas gallinas y patos. Luego de llegar a Miami, se descubrió que no 
tenía papeles y entonces fue forzado a volar a Panamá hasta que los papeles 
fuesen enviados. Durante su estadía allí, comenzó a deshidratarse. Regresó a 
Miami, pero no se habían enviado muestras de sangre, así que le tocaron 4
 días en cuarentena. Al momento de su salida de cuarentena, había perdido casi 
34 kilos.

Pero aún sus problemas no habían terminado. No había suficiente dinero para 
cubrir el costo de un vuelo de Miami a Louisville, así que Cañonero II debió hacer 
un viaje en VAN de 1.100 millas (casi 1.700 kilómetros) hasta Churchill Downs, que
 se accidentó en la vía.

Una semana antes del Derby de Kentucky de 1971, llegó la VAN con 
Cañonero II a la entrada a las caballerizas de Churchill Downs. Dentro 
estaba un caballo que lucía abandonado, mostrando cada una de sus costillas 
y un corte de cabello (crin) que lo hacia parecerse a "Moe", el de los 
"Tres Chiflados".

Junto al caballo estaba una persona que no hablaba ni una palabra de inglés, 
era el hijo de Pedro Baptista. Nadie en USA conocía al caballo y cuando se hizo 
la nominación, Chick Lang, oficial de Churchill Downs, pensó que se trataba de
 una broma. Durante esa semana fue visto como el chiste de las caballerizas, 
especialmente después de un trabajo de media milla en un "peatonal" 53"4, pero
 a medida que se acercaba el Derby, el caballo iba mejorando, por lo que el 
entrenador decidió correrlo de todos modos. Juan Arias estaba convencido de 
que Cañonero II ganaría el Derby. ¿Por qué?. De acuerdo a Arias, "el caballo se lo 
dijo".

Mientras Arias entrenaba al caballo días previos a la carrera recibía y escuchaba 
comentarios como estos (sus métodos eran considerados primitivos por sus colegas
 norteamericanos):
- "Those South Americans have gone loco," ...
- "Surely they don't think they can win the Derby with that thing."
- "If I had that horse and he worked that slow, I'd put him on the first boat to South 
America".

Cuando finalmente se inició la carrera esperada del Kentucky Derby, Cañonero II
 estaba prácticamente al "lado de la ambulancia", entrando en la recta final no
 se veia a lo lejos y de repente la "calamidad venezolana" viniendo en 20 cuerpos
 atrás, en un grupo de 20 competidores, retumbo entre los caballos asumiendo 
el liderato en los metros finales enterrando a sus rivales tras él. Cañonero II 
terminó ganando por 3 cuerpos y medio y la inmensa multitud estaba enmudecida. 

Cuando regresaba, su jinete Gustavo Avila, comenzó a agitar locamente los 
brazos, y el público reaccionó del shock con un estruendoso aplauso. Ya todo el 
mundo, los presentes en Churchill y los que veían por TV preguntaran en voz alta:
- Y quien es ese caballo?, Cañonero II?
- Y quien demonios fue Cañonero I??
 - Este es el caballo misterioso!!... No puedo creerlo, es como un cuento de hadas.

.. cuando pudieron identificarlo, aun no sabían quien era.

El hijo de Pedro Baptista al terminar la carrera y en una mezcla de venganza tal 
vez ante tanta incredulidad y burla recibida diría lo siguiente: "Hemos venido hasta
 aquí 2 indios y un negro con un caballo en el cual nadie creía y destruimos
 300 años de tradicion americana en carreras hechas por la flor y nata de la 
sociedad"

En Venezuela, el dueño recibió una llamada telefónica avisándole el triunfo del 
caballo, y molesto, colgó el auricular creyendo que se trataba de una broma 
pesada. Cuando comenzaron a lloverle las llamadas, Baptista se percató de lo que
 había ocurrido.

Ah, se acuerdan de "Cot" Campbell que mencione arriba?.. aquel hombre 
conocedor de caballos que descartó comprar aquel potro en 1970 por ser
 "chueco" de la mano derecha?.. pues bien, Campbell estaba en la tribuna de 
Churchill Downs aquel 1ro de Mayo.

Observaba la carrera con detenimiento y cuando los caballos enderezaban en
 la recta final notó a un castaño que pasaba por fuera a liquidar la carrera. 

Al ver su desplazamiento, sobre todo el de la mano derecha, recordó de quién se
 trataba. "No puede ser!", pensó en voz alta. Cañonero II pasó frente a las tribunas
 aplastando a sus rivales, con un Gustavo Ávila crecido logrando la ansiada 
carrera que tanto le había sido esquiva a Campbell en toda su vida.

Al regresar a su oficina, Campbell hurgó entre sus libros hasta encontrar aquél 
catálogo del año anterior. Arrancó la hoja correspondiente a Cañonero y la 
mandó a enmarcar. Desde ese día, el pedigree de Cañonero, doble coronado y 
Campeón Tresañero de 1971 en USA, es parte fundamental de la decoración de su
 despacho.

"Yo pude haber comprado al ganador del Derby por $1.200. He invertido 
grandes sumas de dinero buscando ese caballo que gane la Carrera de las Rosas
 y aún no lo he logrado", cuenta Campbell. "Es por ello que cada vez que me 
siento en el tope del hipismo regreso a mi oficina y contemplo la hoja de catálogo 
de Cañonero II... una vez que la veo me siento humilde y vuelvo a poner los pies 
sobre la tierra"

Campbell se quedó corto en su imaginación, no sólo pudo haber comprado ese
caballo ganador de un derby de la Triple Corona Americana por esos miseros 
$1.200, pudo haber comprado un casi triple campeón, Cañonero II ganaría luego
 el Preakness Stakes en una carrera increíble con récord de pista y perdiendo la 
triple corona en el Belmont Stakes entregando el 1er lugar a tan sólo 200 mts 
para llegar a la meta (llegó 4to).

Cañonero II vivió sus últimos años como semental (dejó poca descendencia), 
murió un 9 de noviembre de 1981 en el Haras Tamanaco en Santa Cruz, 
Edo. Aragua.,VENEZUELA








(Cortesía de: JOSÉ RAÚL YORIS SOULÉS)



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