A veces, cuando mis niveles de estrés y ansiedad son tan altos, salgo con mis caballos incluso en medio de la noche. Me rodearán y sentiré su energía tranquilizadora. A veces mi trastorno de estrés postraumático y mi ansiedad empeoran tanto que ni siquiera puedo respirar y me duele el pecho. Me acurruco en mi cama, me cubro la cabeza con una manta y tiemblo. Cuando puedo guardarlo todo en mi bolsillo y ponerme en marcha, rodeo con mis brazos al caballo que ha estado conmigo durante 25 años. Envuelve su cuello alrededor de mí y me empuja \ tira contra él, JUSTO DONDE MIENTE SU GRAN CORAZÓN.
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